| INTRODUCCIÓN | 
Bernardo 
O'Higgins (1778-1842), político y militar chileno, dirigió las tropas de 
su país en su lucha por la emancipación del dominio español, y se convirtió en 
el primer jefe del Estado desde su cargo de director supremo (1817-1823).
| LUCHADOR POR LA INDEPENDENCIA | 
Nacido el 20 de agosto de 1778 en Chillán, era 
hijo ilegítimo del administrador colonial y militar Ambrosio O'Higgins, 
gobernador y capitán general de Chile desde 1788 hasta 1796, y virrey del Perú 
entre ese último año y 1801; y de la criolla Isabel Riquelme. Tras haber cursado 
sus primeros estudios en una institución franciscana y en el Colegio de San 
Carlos de Lima, completó su formación en Gran Bretaña (donde conoció a uno de 
los precursores de la independencia hispanoamericana, el venezolano Francisco de 
Miranda) y Cádiz (España). Retornó a Chile en 1802, un año después del 
fallecimiento de su padre, cuyo apellido comenzó a usar desde entonces, luego de 
haber utilizado el materno. Ya establecido en tierras chilenas, concretamente en 
la hacienda de Las Canteras, que le fue legada como herencia paterna, fue 
nombrado, sucesivamente, alcalde (1804) y maestre de campo (1806) de su ciudad 
natal. En 1810 fue subdelegado interino del partido de La Laja. Tras la caída 
del gobernador español de Chile, Francisco Antonio García Carrasco, organizó dos 
regimientos de milicias para ofrecer de inmediato sus servicios a la primera 
Junta de Gobierno, presidida por Mateo de Toro y Zambrano. En 1811 fue elegido 
diputado para el primer Congreso Nacional, y en noviembre de ese mismo año se 
incorporó, en sustitución de Juan Martínez de Rozas, a la nueva Junta de 
Gobierno, que también constituían José Miguel Carrera Verdugo y Gaspar 
Marín.
O’Higgins no tardó en considerar inadecuados 
los procedimientos de Carrera, y decidió retirarse de la Junta de Gobierno 
(actitud similar adoptó Marín) y volver a su hacienda. Pero desistió al 
conocerse el desembarco de las tropas realistas que, al mando de Antonio Pareja, 
pretendían recuperar los territorios chilenos. Dada esta situación, O’Higgins y 
Carrera se reencontraron en Talca para reorganizar el Ejército. Ante la 
insatisfacción generada por los primeros enfrentamientos entre las fuerzas 
independentistas y las tropas españolas de Pareja (Yerbas Buenas, 26 de abril de 
1813; San Carlos, 15 de mayo de 1813), la Junta de Gobierno encomendó a 
O’Higgins la jefatura del Ejército patriota. El devenir bélico todavía empeoró 
para los chilenos cuando, el 4 de marzo de 1814, tropas españolas comandadas por 
el brigadier Gabino Gaínza (al frente del Ejército realista desde el 
fallecimiento de Pareja), tomaron Talca. La Junta de Santiago, alarmada, nombró 
director supremo al coronel Francisco de la Lastra. Después de los combates de 
Quilo y Membrillar, O’Higgins acordó y suscribió con Gaínza el Tratado de Lircay 
(3 de mayo de 1814). Desconocido el contenido de éste por ambas partes, llegó un 
nuevo contingente español, enviado por el virrey del Perú, José Fernando 
Abascal, y con el brigadier Mariano Osorio al frente, para imponer el completo 
sometimiento de Chile al dominio hispano. La batalla de Rancagua (1 y 2 de 
octubre de 1814) determinó la victoria del Ejército de Osorio, y la derrota y 
huida de las fuerzas patriotas. Rancagua puso así fin al primer periodo de la 
emancipación chilena, denominado Patria Vieja, y supuso el inicio de la llamada 
etapa de Reconquista española.
O'Higgins huyó con la mayoría de sus 
seguidores hacia Mendoza, y se unió al general argentino José de San Martín en 
la formación del Ejército de los Andes. Transcurridos más de dos años, varias 
divisiones de éste (una de ellas comandada por O'Higgins) cruzaron la cordillera 
por distintos pasos y derrotaron a las fuerzas realistas del coronel Rafael 
Maroto en la batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817). Dos días después, San 
Martín y O'Higgins entraron de manera triunfal en Santiago, hito que marca el 
inicio del periodo conocido como Patria Nueva. El 16 de febrero de 1817, 
O’Higgins fue aclamado director supremo interino de Chile (cargo que el cabildo 
santiaguino había ofrecido previamente a San Martín y que éste había 
rechazado).
| DIRECTOR SUPREMO Y POSTERIOR EXILIO | 
Las principales actividades que debió afrontar 
O’Higgins desde su cargo fueron culminar el proceso de pacificación en el 
territorio chileno y, una vez lograda la plena soberanía e independencia, 
establecer un ordenamiento jurídico que garantizara el marco legal en el que se 
desenvolviera el nuevo Estado.
| Independencia y pacificación | 
El virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, 
consciente de la gravedad de lo acaecido en Chile, ordenó el envío de más de 
3.000 hombres al mando de Mariano Osorio. Por su parte, O’Higgins y San Martín 
dispusieron de forma simultánea la preparación del Ejército y la declaración 
oficial de la independencia chilena, proclamada en Talca el 12 de febrero de 
1818 (coincidiendo con el I aniversario de la batalla de Chacabuco). Al mes 
siguiente, las tropas de Osorio derrotaron en la batalla de Cancha Rayada a las 
de San Martín y O’Higgins, el cual resultó herido en un brazo. El 5 de abril de 
ese mismo año, aún convaleciente, acudió al campo de la batalla de Maipú, y se 
abrazó con San Martín cuando las fuerzas patriotas perseguían a las últimas 
tropas realistas.
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| "El Abrazo de Maipú" del pintor Pedro Subercaseaux. | 
Una de las prioridades fundamentales del 
gobierno de O’Higgins fue consolidar la independencia chilena en el aspecto 
militar. En este sentido, intentó asegurar el sometimiento del sur de Chile (en 
peligro por la persistencia de restos de tropas leales a España, bandidos y 
montoneros), el dominio marítimo sobre los barcos españoles, y la independencia 
del Perú (proclamada el 28 de julio de 1821). En el ámbito institucional, 
resultaron significativas la fundación de la Academia Militar (16 de marzo de 
1817) y de la Academia de Guardiamarinas (4 de agosto de 1818).
| Marco legal del nuevo Estado: Constituciones de 1818 y 1822 | 
Consciente de la imperiosa necesidad de 
instaurar un orden institucional, promulgó la Constitución Provisoria del Estado 
Chileno en 1818. Integrada por 22 artículos, fue redactada por una comisión que 
él mismo encabezó. Este texto legal, al que todo ciudadano debía completa 
sumisión, garantizaba principios tales como la libertad y la igualdad civil, la 
seguridad individual, la inviolabilidad del domicilio; reconocía la libertad de 
los hijos de los esclavos; establecía el carácter vitalicio del cargo de 
director supremo; instituía el Senado (cuyos cincos miembros eran nombrados por 
el director supremo); sancionaba la oficialidad de la religión católica; y 
fijaba la división administrativa del país en tres provincias (Santiago, 
Concepción y Coquimbo).
Cuatro años más tarde hizo aprobar una nueva 
Constitución (23 de octubre de 1822), que fue redactada por José Rodríguez 
Aldea. En su virtud, el poder ejecutivo recaería en el director supremo durante 
seis años (con la posibilidad de ser reelegido por cuatro más); el poder 
legislativo pasaba a ser bicameral; y se creaban tres ministerios (Gobierno y 
Relaciones Exteriores; Hacienda; y Guerra y Marina). Pese al empeño de 
O’Higgins, la Constitución no incorporó la tolerancia religiosa ni la 
liquidación de los mayorazgos. Pese a esto último, la carta fundamental de 1822 
está considerada uno de los motivos de su ulterior renuncia, debido a la presión 
de la aristocracia, que veía con malos ojos las pretensiones de su articulado. 
Pero además, O’Higgins afrontó otro tipo de 
empresas, algunas de ellas innovadoras, relacionadas con la liberalización de la 
sociedad chilena. En este sentido, por ejemplo, habría que señalar el proceso de 
división de competencias entre Iglesia y Estado, en el que fueron muy 
significativas las disposiciones encaminadas a la secularización de los 
cementerios (prohibición de efectuar entierros en iglesias y conventos, 
construcción del Cementerio General y autorización para establecer cementerios 
protestantes en Santiago y Valparaíso). Asimismo, dejó acceder a la ciudadanía 
chilena a los españoles que la solicitaran, eliminó los títulos de nobleza, 
permitió la libertad para importar libros, y reinauguró el Instituto Nacional 
(1819) y la Biblioteca Nacional (1820).
| Renuncia y exilio | 
Tras la promulgación de la Constitución de 
1822, perdió definitivamente el apoyo de dos de los más importantes sectores de 
la sociedad chilena: la Iglesia católica y la aristocracia, temerosas, 
respectivamente, de la tolerancia que O’Higgins había mostrado hacia los 
protestantes, y de su intención de abolir las leyes e instituciones 
(principalmente el mayorazgo) que protegían el patrimonio de la clase 
terrateniente.
La Asamblea Provincial de Concepción, 
liderada por el general Ramón Freire, declaró inadmisible el texto 
constitucional de 1822 y se alzó incluso contra Santiago. Finalmente, O’Higgins 
renunció al cargo de director supremo el 28 de enero de 1823. Pocos meses 
después marchó a Lima, ciudad en la que falleció el 24 de octubre de 1842. Sus 
restos fueron repatriados a Chile en 1869, y en la actualidad reposan en el 
Altar de la Patria, en Santiago.
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Más datos sobre Bernardo O´Higgins en la Enciclopedia Wikipedia:
https://es.wikipedia.org/wiki/Bernardo_O%27Higgins
Obras de Bernardo O´Higgins en la Web Wikisource
Iconografía de Bernardo O´Higgins 
Paredes Juan
Editor 


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