sábado, 11 de agosto de 2018

La Entrevista de Guayaquil

" Detalle de la Obra de Pablo Ducros Hicken. Reunión entre San Martín y Bolívar en Guayaquil. Óleo. 
Embajada de Venezuela en la Argentina, Ciudad Autónoma de Buenos Aires".


"La Entrevista de Guayaquil" es uno de los episodios de la historia americana más nombrados pero poco conocido en sus documentos; a continuación expongo los cuatro documentos que muestran el contenido de la misma: 


Entrevista de Guayaquil (1822)
obra de 1843
Archivo El Comercio
Autor:  J. Collignon (1776-1863)
Documento N* 1 - original en francés, fuente:." "Voyages autour du monde et voyages célebres. Voyages dans les deux Amériques" de Gabriel Lafond de Lurcy, en 1844, traducida y publicada en español por Juan Bautista Alberdi, ese mismo año. Versión de la obra"Biografía del Jeneral san Martín, acompañada de una noticia de su estado presente y otros documentos importantes, noticia biográfica de Ricardo Gual y Jaén".   


San Martín habla sobre Bolívar 

(se respetó la ortografía de la traducción al español)

"Solo Tres días he tratado a este Jeneral en la entrevista que tuve con él en Guayaquil, por consiguiente en tan poco periodo es imposible, o a lo menos muy difícil formar una idea exacta e imparcial del carácter de un hombre, con tanto más motivo, cuanto su presencia no predisponía a primera vista en su favor, sin embargo expondré mis observaciones, las que unidas a las que me dieron algunas personas imparciales que lo habían tratado con intimidad, puede suministrar datos para formar juicio de un jeneral que ha rendido servicios eminentes la independencia de Sud América  y que puede asegurarse es el primer hombre que ha producido la revolución. 
  
Los signos más característicos del jeneral Bolívar eran un orgullo muy marcado, lo que presentaba un gran contraste con no mirar de frente a la persona que hablaba, a menos que no fuera muy inferior.

Su falta de franqueza me fué demostrada en las conferencias que tuve con el en Guayaquil, en las que jamás contestó a mis propuestas de un modo positivo, y siempre en términos evasivos. 

El tono que empleaba con sus jenerales era extremadamente altanero, y poco digno de conciliarse su afección. 

Noté, y él mismo me lo dijo, que su principal confianza la depositaba en los gefes ingleses que tenía en su ejército, por otra parte sus maneras eran distinguidas, y demostraba haber recibido una buena educación  y aunque su lenguage fuese algunas veces algo grosero, me pareció no era natural el tenerlo, sino que lo empleaba para darse un aire más militar.


La opinión pública le acusaba de una ambición desmedida de mando y su conducta confirmó esta opinión. 

La misma lo caracterizaba de un gran desinterés, y en mi concepto de justicia, lo que comprueba esta verdad es el haber muerto en la indigencia. 

Bolivar era muy popular con el soldado a quien permitia mas licencia que las que prescriben las leyes militares, por el contrario lo era muy poco con los gefes y oficiales, a los que trataba del modo más humillante. 

En cuanto a los hechos militares de este jeneral, puede asegurarse ser el hombre más eminente que ha producido la América del Sud, pero lo que más caracterizaba el alma grande de este hombre extraordinario, fue una constancia a toda prueba en los diferentes contrastes que sufrió en tan dilatada y penosa guerra por el espacio de trece años.

En conclusión puede asegurarse que una gran parte de la América del Sud debe a los esfuerzos del jeneral Bolívar su actual independencia."

-------------------------------------------------------



Óleo "La entrevista de Guayaquil",
pintado por Roberto Saavedra Walker

Documento N*2 -  original en francés, fuente:." "Voyages autour du monde et voyages célebres. Voyages dans les deux Amériques" de Gabriel Lafond de Lurcy, en 1844, traducida y publicada en español por Juan Bautista Alberdi, ese mismo año. Versión de la web Wikisource. 


Carta de San Martín a Bolívar

Lima, 29 de agosto de 1821.
Excmo. señor Libertador de Colombia, Simón Bolívar.
Querido general:

Dije a usted en mi última del 23 del corriente que habiendo reasumido el mando Supremo de esta república, con el fin de separar de él al débil e inepto Torre-Tagle las atenciones que me rodeaban en el momento no me permitían escribirle con la atención que deseaba; ahora al verificarlo no sólo lo haré con la franqueza de mi carácter sino con la que exigen los altos intereses de la América.

Los resultados de nuestra entrevista no han sido los que me prometía para la pronta terminación de la guerra. Desgraciadamente yo estoy íntimamente convencido o que no ha creído sincero mi ofrecimiento de servir bajo sus órdenes, con las fuerzas de mi mando, o que mi persona le es embarazosa.

Las razones que usted me expuso de que su delicadeza no le permitiría jamás mandarme, y que aun en el caso de que esta dificultad pudiese ser vencida estaba seguro que el Congreso de Colombia no autorizaría su separación del territorio de la república, permítame general, le diga no me han parecido plausibles. La primera se refuta por sí misma.

En cuanto a la seguida estoy muy persuadido la menor manifestación suya al Congreso sería acogida con unánime aprobación cuando se trata de finalizar la lucha en que estamos empeñados con la cooperación de usted y la del ejército de su mando y que el honor de ponerle término refluirá tanto sobre usted como sobre la república que preside.

No se haga usted ilusiones, general. Las noticias que tiene de las fuerzas realistas son equivocadas: ellas montan en el Alto y Bajo Perú a más de 19.000 veteranos, que pueden reunirse en el espacio de dos meses.

El ejército patriota, diezmado por las enfermedades, no podrá poner en línea de batalla sino 8.500 hombres, y de éstos una gran parte reclutas. La división del general Santa Cruz cuyas bajas según me escribe este general no han sido reemplazadas a pesar de sus reclamaciones en su dilatada marcha por tierra, debe experimentar una pérdida considerable, y nada podrá emprender en la presente campaña. La división de 1.400 colombianos que usted envía será necesaria para mantener la guarnición del Callao y el orden en Lima.

Por consiguiente, sin el apoyo del ejército de su mando, la operación que se prepara por Puertos Intermedios no podrá conseguir las ventajas que debían esperarse, si fuerzas poderosas no llaman en la atención del enemigo por otra parte y así la lucha se prolongará por un tiempo indefinido.

Digo indefinido porque estoy íntimamente convencido que sean cuales fueren las vicisitudes de la presente guerra, la independencia de la América es irrevocable; pero también lo estoy de que su prolongación causará la ruina de sus pueblos, y es un deber sagrado para los hombres a quienes están confiados sus destinos, evitar la continuación de tamaños males.

En fin, general; mi partido está irrevocablemente tomado. Para el 20 del mes entrante he convocado el primer congreso del Perú y al día siguiente de su instalación me embarcaré para Chile convencido de que mi presencia es el solo obstáculo que le impide a usted venir al Perú con el ejército de su mando.

Para mí hubiese sido el colmo de la felicidad terminar la guerra de la independencia bajo las órdenes de un general a quien América debe su libertad

El destino lo dispone de otro modo y es preciso conformarse.

No dudando que después de mi salida del Perú el gobierno que se establezca reclamará la activa cooperación de Colombia y que usted no podrá negarse a tan justa exigencia, remitiré a usted una nota de todos los jefes cuya conducta militar y privada pueda ser a usted de alguna utilidad su conocimiento.

El general Arenales quedará encargado del mando de las fuerzas argentinas. Su honradez, coraje y conocimiento, estoy seguro lo harán acreedor a que usted le dispense toda consideración.

Nada diré a usted sobre la reunión de Guayaquil a la república de Colombia. 

Permítame, general, que le diga que creí no era a nosotros a quienes correspondía decidir este importante asunto. Concluida la guerra los gobiernos respectivos lo hubieran transado sin los inconvenientes que en el día pueden resultar a los intereses de los nuevos estados de Sud América.

He hablado a usted, general, con franqueza, pero los sentimientos que expresa esta carta quedarán sepultados en el más profundo silencio; si llegasen a traslucirse, los enemigos de nuestra libertad podrían prevalecerse para perjudicarla, y los intrigantes y ambiciosos para soplar la discordia.

Con el comandante Delgado, dador de ésta, remito a usted una escopeta y un par de pistolas juntamente con el caballo de paso que le ofrecí en Guayaquil.

Admita usted, general, esta memoria del primero de sus admiradores.

Con estos sentimientos y con los de desearle únicamente sea usted quien tenga la gloria de terminar la guerra de la independencia de la América del Sud, se repite su afectísimo servidor.

JOSÉ DE SAN MARTÍN

-------------------------------------------------------


"La Visión de San Martín"
obra de Luis de Servi.
Izquierda arriba, Bolívar y San Martín
en la Reunión de Guayaquil. 


Documento N*3, copiado de: Facsímil en ALEJANDRO ROSA. Medallas y monedas de la República Argentina, Buenos Aires, 1888, pp. 80-81 en Torre Revello, José. Selección de documentos relativos al Libertador don José de San Martín. Buenos Aires: Instituto Nacional Sanmartiniano, 1974, p. 109 a 111.Se respetó la ortografía original. 

Carta del Libertador don José de San Martín al general don Guillermo Miller, en donde le informa sobre su actuación en América, dándole noticias sobre la entrevista de Guayaquil. 19 de abril de 1827 

William Miller, Militar británico.
LLamado en español Guillermo Miller. 

Bruselas y abril 19 de 1827. 

Señor General don Guillermo Miller 
Mi querido amigo: 

Voy a contestar a su estimable del 9. Después de mi última carta mi espíritu ha sufrido infinito, pues Mercedes ha estado a las puertas del sepulcro de resultas del sarampión, o, como aquí se llama, fiebre escarlatina, enfermedad que atacó a, cuasi todas las niñas de la pensión; felizmente la, chiquita está fuera de todo peligro, pues hace tres días se levantó por primera vez: esta circunstancia es la que ha impedido remitir a usted con más antelación los apuntes pedidos y que ahora adjunto. 

Los detalles que usted me pide de la acción de San José no se los remito en razón de serme desconocidos; pero si usted necesita los de San Lorenzo, se los podré enviar con su aviso: también le incluyo un pequeño croquis de la de Chacabuco, pues creo que usted no conoce esta posición. 

No creo conveniente hable usted lo más mínimo de la Logia de Buenos Aires; éstos son asuntos enteramente privados y que, aunque han tenido y tienen una gran influencia en los acaecimientos de la Revolución de aquella parte de América, no podrían manifestarse sin faltar por mi parte a los más sagrados compromisos.

 Al propósito de Logias, sé, a no dudar, que estas sociedades se han multiplicado en el Perú de un modo extraordinario. 

Esta es una guerra de zapa, que difícilmente se podrá contener y que harán cambiar los planes más bien combinados. Me dice usted en la suya última lo siguiente: “Según algunas observaciones que he oído vertir a cierto personaje, él quería dar a entender que usted quiso coronarse en el Perú, y que éste fue el principal objeto de la entrevista de Guayaquil”. 

Si, como no dudo (y esto. Sólo porque me lo asegura el general Miller), el cierto personaje ha vertido estas insinuaciones, digo que, dejos de ser un caballero, sólo me merece el nombre de un insigne impostor y de despreciable pillo, pudiendo asegurar a usted que si tales hubieran sido mis intenciones, no era él quien hubiera hecho cambiar mi proyecto. 

En cuanto a mi viaje a Guayaquil, él no tuvo otro objeto que el de reclamar del general Bolívar los auxilios que pudiera prestar para terminar la guerra del Perú, auxilios que una justa retribución (prescindiendo de los intereses generales de América) lo exigía por los que el Perú tan generosamente había prestado para libertar el territorio de Colombia. 

Mi confianza en el buen resultado estaba tanto más fundada cuanto el ejército de Colombia, después de la batalla de Pichincha, se había aumentado con los prisioneros, y contaba con 9.600 bayonetas; pero mis esperanzas fueron burladas al ver que en mi primer conferencia con el Libertador me declaró que, haciendo todos los esfuerzos posibles, sólo podía desprenderse de tres batallones con la fuerza total de 1.070 plazas. Estos auxilios no me parecieron suficientes para terminar la guerra, pues estaba convencido que el buen éxito de ella no podía esperarse sin la activa y eficaz cooperación de todas las fuerzas de Colombia: así es que mi resolución fue tomada en el acto, creyendo de mi deber hacer el último sacrificio en beneficio del país. 

Al siguiente día y a presencia del vicealmirante Blanco dije al Libertador que, habiendo dejado convocado al Congreso para el próximo mes, el día de su instalación sería el último de mi permanencia en el Perú, añadiendo: “ahora le queda a usted, general, un nuevo campo de gloria en el que va usted a poner el último sello a la libertad de la América”.

(Yo autorizo y ruego a usted escriba al general Blanco, a fin de rectificar este hecho.) A las 2 de la mañana del siguiente día me embarqué, habiéndome acompañado Bolívar hasta el bote, y entregándome su retrato como una memoria de lo sincero de su amistad

Mi estada en Guayaquil no fué más que de 40 horas, tiempo suficiente para el objeto que me llevaba. Dejemos la política y pasemos a otra cosa que me interesa más. Mucho le agradezco las noticias que me da del comodoro Bowles y de su señora: tenga usted la bondad de hacerles presente mis más sinceros respetos y amistad, lo mismo que al caballero Spencer. 

Por el próximo correo remitiré las nuevas noticias que usted me pide en su última, pues me es imposible marchen por éste; y no teniendo quien me lleve la pluma para dictar (por hallarse ausente mi hermano), tengo que valerme de un extranjero, lo que hace duplicar el trabajo para corregir sus faltas. 

Tengo cartas de Lima que alcanzan al 12 de noviembre, y de Guayaquil hasta el 3 - nada particular excepto que la odiosidad contra el ejército colombiano, con especialidad contra sus oficiales, crecía con rapidez. 

De Buenos Aires, con fecha del 7 de enero me dicen, que el 27 de diciembre el ejército oriental se había puesto en marcha para batir al brasilero, que se hallaba en las puntas del Yaguarón, y que para el 14 ó 15 del siguiente se aguardaba con impaciencia de los resultados. 

Adiós, amigo mío. Hágame el gusto de ofrecer mis respetos a mi señora su madre, y estar seguro lo quiere sinceramente su 
   José de San Martín 

P. Da. -Mi mayordomo en Mendoza, se me escribe, quedaba en la agonía; si su muerte se verifica, tendré necesariamente que pasar a América en este año, para no abandonar mis intereses.

-------------------------------------------------------

"La Conferencia de Guayaquil",
Obra de Francisco Fortuny 

Documento N*4
Fuente: Revista Ecuatoriana de Historia "Procesos",
1er. Semestre año 2013.

Trascripción.Se respetó la ortografía original.

REPÚBLICA DE COLOMBIA SECRETARÍA GENERAL 
Cuartel General en Guayaquil a 29 de julio de 1822 – [Año] 12. 

Al señor Yntendente del Departamento de Quito [Antonio José de Sucre] Señor General. 

Tengo el honor de participar a V. S. que el 26 a las 9 de la mañana entró en esta ciudad S. E. el Protector del Perú

El Protector luego que vio a S. E. el Libertador a bordo del Buque que lo conducía le manifestó del modo más cordial los sentimientos que le animaban de conocer al Libertador, abrazarle y protestarle una amistad íntima, sincera y constante.

 Felicitó a S. E. el Libertador por la constancia admirable en la causa que defiende en medio de las adversidades que ha experimentado y por el triunfo que ha coronado su heroica empresa, en fin el Protector manifestó a S. E. de todos modos su amistad colmándole de elogios y de exageraciones lisonjeras. 

S. E. el Libertador contestó del modo urbano y noble que exigen en tales casos la Justicia y la gratitud. El Protector se abrió a las conferencias más francas que se redujeron principalmente a las siguientes: A las circunstancias en que se ha encontrado últimamente esta Provincia en razón de las opiniones políticas que la han agitado. 

Espontáneamente dijo el Protector a S. E. que no se había mezclado en los enredos de Guayaquil, en los que no tenía la menor parte, y que la culpa era de ellos, refiriéndose a los contrarios. S. E. le repuso que se habían llenado sus deseos de consultar este Pueblo; que el 28 se reunían los Electores y que contaba con la voluntad del Pueblo y la pluralidad de los votos en la Asamblea.

 Con esto varió de asunto el Protector y siguió tratando de negocios militares y de la expedición que va a marchar. El Protector se quejó mucho del mando y sobre todo de sus compañeros de armas que últimamente lo habían abandonado en Lima. 

Aseguró que iba a retirarse a Mendoza; que había dejado un pliego anexo para que lo presentasen al Congreso renunciando el Protectorado y que también renunciaría la reelección que contaba se haría en él; que luego que ganara la primer victoria se retiraría del mando militar sin esperar a ver el término de la guerra; pero añadió que antes de retirarse pensaba dejar bien puestas las bases del Gobierno; que este no debía ser Democrático porque en el Perú no conviene, y últimamente dijo que debería venir de Europa un Príncipe solo y aislado a mandar el Perú.

S. E. contestó que en América no convenía ni a Colombia tampoco la introducción de Príncipes Europeos porque eran partes eterogéneas a nuestra masa, y que por su parte S. E. se opondría a ello si pudiese, mas sin oponerse a la forma de Gobierno que cada uno quiera darse. 

S. E. repuso todo lo que él piensa sobre la naturaleza de los Gobiernos, refiriéndose en todo a su discurso al Congreso de Angostura. El Protector replicó que la venida del Príncipe sería para después. 

Es de presumirse que el designio que se tiene en el Perú es el de erigir una Monarquía sobre el principio de darle la Corona a un Príncipe Europeo con el fin, sin duda, de ocupar después el trono el que tenga más popularidad en el pays o más fuerza de que disponer. 

Si los discursos del Protector son sinceros ninguno está más lejos de ocupar tal Trono

Parece muy convencido de los inconvenientes del mando. 

El Protector aplaudió altamente la Federación de los Estados Americanos como la base esencial de nuestra existencia política. 

Le parece que Guayaquil es muy conveniente para residencia de la Federación

Cree que Chile no tendrá inconveniente en entrar en ella; pero sí Buenos Aires por falta de unión y de sistema.

Ha manifestado que nada desea tanto como el que la Federación de Colombia y el Perú subsista aunque no entren otros Estados. El Protector piensa que el enemigo es menos fuerte que él y que aunque sus jefes son audaces y emprendedores no son muy temibles. Ynmediatamente va a abrir la campaña por Yntermedios en una Expedición Marítima y por Lima, cubriendo la capital con su marcha de frente. 

El Protector desde las primeras conversaciones dijo espontáneamente a S. E. que la materia de límites entre Colombia y el Perú se arreglaría satisfactoriamente y no habría dificultad alguna; que él se encargaba de promover en el Congreso, donde no le faltarían amigos, este negocio. El Protector ha manifestado a S. E. que pida todo lo que guste al Perú, que él no hará más que decir sí, sí, sí a todo y que él espera otro tanto de Colombia. 

La oferta de sus servicios y de su amistad es ilimitada, manifestando una satisfacción y una franqueza que parecen sinceras. La venida del Protector a Colombia no ha tenido un carácter oficial, es puramente una visita la que ha hecho a S. E. el Libertador, pues no ha tenido ningún objeto ni político ni militar, no habiendo hablado siquiera de los auxilios que ahora van de Colombia al Perú. Ayer al amanecer marchó el Protector, manifestándose a los últimos momentos tan cordial, sincero y afectuoso por su Excelencia como desde el momento en que lo vio. 

El Batallón Vencedor de Boyacá y el Batallón Pichincha se han embarcado ayer para seguir al Perú. Antes se había embarcado Yaguachi para el mismo destino. Estos tres cuerpos ascenderán a mil ochocientos hombres que con cerca de ochocientos que tiene la antigua Numancia, llamado hoy Voltígeros de la Guardia, formarán la División de Colombia auciliar del Perú. S. E. ha dispuesto que el Regimiento de Dragones del Sur, del mando del coronel Astari, venga a esta ciudad, cuya orden se le ha comunicado ya. 

Dios guarde a V. S. muchos años. 
José Gabriel Pérez

 Adenda. Mañana se reúne la Junta Electoral de esta Provincia para decidir formal y popularmente su incorporación a Colombia. Probablemente no habrá un voto en contra y aquí los negocios tomarán el curso regular en que deben quedar para siempre bajo nuestro sistema constitucional. Vale. Pérez. 

REPÚBLICA DE COLOMBIA SECRETARÍA GENERAL Cuartel General en Guayaquil a 30 de julio de 1822 – [Año] 12. 

Al señor Yntendente del Departamento de Quito [Antonio José de Sucre] Señor General. 

Ayer participé a V. M. la llegada a esta ciudad del Protector del Perú, y di a V. M. una relación sucinta de las principales questiones que se ofrecieron entre S. E. el Libertador y el Protector. Como algunas de estas especies son de una alta gravedad y consecuencia, no sé si el oficial encargado de escribir la comunicación le puso la palabra Reservada. Si así fuese digo a V. M. de orden de S. E. que mi comunicación de ayer relativa a las sesiones entre S. S. C.C. el Libertador y el Protector son de esta naturaleza, y que V. M. les debe dar toda la mayor reserva, de modo que no sea conocida de otro que de V. M. 

Dios guarde a V. M. muchos años.

 José Gabriel Pérez


-------------------------------------------------------

 Más Iconografía de la Entrevista de Guayaquil 


Obra Completa de Pablo Ducros Hicken. 
Reunión entre San Martín y Bolívar en Guayaquil. Óleo. 
Embajada de Venezuela en la Argentina, Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Delia Suárez.
Sueño de San Martín. Óleo (copia del óleo de Servi).
 Instituto Nacional Sanmartiniano, Ciudad Autónoma de Buenos Aires


Octavio Gómez.
 Entrevista de Guayaquil. Óleo.
 Instituto Nacional Sanmartiniano, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


    "Entrevista de guayaquil" 

dibujo de francisco fortuny

Print del Documental "Batallas de San Martín"
Clarín, Argentina


"Monumento a los Libertadores Simón Bolívar y José de San Martín"
En Guayaquil, obra del español José Antonio Homs. 

Paredes Juan
Editor