sábado, 23 de noviembre de 2019

Mariquita Sanchez de Thompson

Mariquita Sánchez de Thompson 

Mariquita Sánchez (1786-1868), benefactora argentina, su verdadero nombre era María Sánchez, también conocida como doña Mariquita. Nacida en Buenos Aires, su padre era un rico comerciante español asentado en el virreinato del Río de la Plata, de quien heredó una gran fortuna. Casada en 1805 con el marino y diplomático bonaerense Martín Jacobo Thompson, su hogar fue uno de los lugares de reunión de la elite política, social y cultural de la ciudad, buena parte de la cual participó en la Revolución de mayo de 1810. En su domicilio se cantó en 1813, por vez primera, el “Himno nacional argentino”, cuyos autores fueron el músico Blas Parera y el político y escritor Vicente López y Planes.

Mariquita Sánchez en un Daguerrotipo de 1854

Contrajo segundas nupcias en 1819 (tras el fallecimiento de su primer esposo) con el cónsul francés en Buenos Aires, Juan Washington de Mendeville. Doña Mariquita formó un club en su casa, uno de cuyos miembros era Bernardino Rivadavia (futuro presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata), origen de la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires, fundada en la década de 1820. Se ocupó de los más desfavorecidos, fundando hospitales para mujeres y niños, así como asilos para enfermos mentales y niños abandonados. Hacia 1839, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, se exilió en Montevideo, de donde regresó tras la caída de aquél, producida en 1852. Falleció en 1868, después de ejercer de nuevo, durante un año, la presidencia de la Sociedad de Beneficencia.

El Himno Nacional Original Anti-Español

Representación de la primera vez que se tocó el Himno Nacional Anti-Español, en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson; por el artista Fray Pedro Subercaxes Eraruriz.

Nuestro Himno Nacional se encuentra recortado; aquí les presento el Himno nacional argentino completo:


Letra: Vicente López y Planes
Música: Blas Parera
Año: 1813


Himno nacional Argentino.

 Coro.

 Sean eternos los laureles
Que supimos conseguir;
Coronados de gloria vivamos,
Ó juremos con gloria morir.


 Coro, etc.

 Oid mortales, el grito sagrado
Libertad, libertad, libertad.
Oid el ruido de rotas cadenas:
Ved en trono á la noble igualdad.
Se levanta en la faz de la tierra
Una nueva gloriosa nación,
Coronada su sien de laureles,
Y á sus plantas rendido un león.

 Coro, etc.

 De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar:
La grandeza se anida en sus pechos:
A su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
Y en sus huecos revive el ardor,
Lo que ve renovando á sus hijos
De la patria el antiguo esplendor.

 Coro, etc.

 Pero sierras y muros se sienten
Retumbar con horrible fragor; 
Todo el país se conturba por gritos
De venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
Escupió su pestífera hiel;
Su estandarte sangriento levantan,
Provocando á la lid más cruel.
 Coro, etc.
 
 ¿No los veis sobre Méjico y Quito
Arrojarse con saña tenaz?
¿Y cual lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y la Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
Luto, llantos y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
Todo pueblo que logran rendir?
 Coro, etc.


Á vosotros se atreve, Argentinos,
El orgullo del vil invasor:
Vuestros campos ya pisa, contando,
Tantas glorias, hollar vencedor.
Mas los bravos, que unidos juraron
Su feliz libertad sostener,
Á esos tigres sedientos de sangre
Fuertes pechos sabrán oponer.

 Coro, etc.

 El valiente Argentino á las armas
Corre ardiendo de brío y valor:
El clarín de la guerra, cual trueno
En los campos del Sud resonó.
Buenos Aires se pone á la frente
De los pueblos de la ínclita unión,
Y con brazos robustos desgarran
Al Ibérico, altivo león.

 Coro, etc.

 San José, San Lorenzo, Suipacha,
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
La Colonia, y las mismas murallas,
Del tirano en la Banda Oriental,
Son letreros eternos que dicen:
Aquí el brazo Argentino triunfó;
Aquí el fiero opresor de la Patria
Su cerviz orgullosa dobló.
 Coro, etc.
 La victoria al guerrero Argentino
Con sus alas brillantes cubrió,
Y azorado á su vista el tirano
Con infamia á la fuga se dió.
Sus banderas, sus armas se rinden
Por trofeos á la Libertad, 
Y sobre alas de gloria alza el pueblo
Trono digno á su gran majestad.
 Coro, etc.

Desde un polo hasta el otro resuena
De la fama el sonoro clarín,
Y de América el nombre enseñando
Les repite — ¡Mortales oid!...
Ya su trono dignísimo abrieron
Las Provincias Unidas del Sud;
Y los libres del mundo responden:
Al gran pueblo Argentino, ¡Salud!

 Coro, etc.


Fuente: Vidas de argentinos ilustres, de Clemente L. Fregeiro, 1894, pp.47-52. (Wikisource)

Paredes Juan
Editor

Cuando el Rey Carlos IV le regalo el Trono al Emperador Napoleon I

La Política es siempre la misma fuerza disfraza. Si nos alarmamos por las operaciones politicas de nuestro tiempo, me gustaria que nos alarmemos por las operaciones politicas del pasado humano.
Aqui les presento, estimados lectores, el dia que un Rey le regalo a un Emperador su Soberania y Dominios:

La abdicación de Carlos IV en Napoleón
Abdicación de la Corona de las Españas el 8 de mayo de 1808, en presencia de Napoleón en Bayona, publicada en la Gaceta de Madrid del 20 de mayo de 1808, realizada por Carlos IV en Napoleón:


Carlos IV




Napoleón I


            “Hoy, en las extraordinarias circunstancias en que se me ha puesto y me veo, mi conciencia, mi honor y el buen nombre que debo dejar a la Posteridad, exigen imperiosamente de mí que el último acto de mi Soberanía únicamente se encamine al expresado fin, a saber, a la tranquilidad, prosperidad, seguridad e integridad de la monarquía de cuyo trono me separo, a la mayor felicidad de mis vasallos de ambos hemisferios. 
 Así pues, por un tratado firmado y ratificado he cedido a mi aliado y caro amigo el Emperador de los franceses todos mis derechos sobre España e Indias; habiendo pactado que la corona de las Españas e Indias ha de ser siempre independiente e íntegra cual ha sido y estado bajo mi soberanía, y también que nuestra sagrada religión ha de ser no solamente la dominante en España, sino también la única que ha de observarse en todos los dominios de esta monarquía. 
            Tendréislo entendido y así lo comunicareis a los demás consejos, a los tribunales del reino, jefes de las provincias tanto militares como civiles y eclesiásticas, y a todas las justicias de mis pueblos, a fin de que éste último acto de mi soberanía sea notorio a todos en mis dominios de España e Indias, y de que conmováis y concurran a que se lleven a debido efecto las disposiciones de mi caro amigo el Emperador Napoleón, dirigidas a conservar la paz, amistad y unión entre Francia y España, evitando desórdenes y movimientos populares, cuyos efectos son siempre el estrago, la desolación de las familias, y la ruina de todos. 
            Dado en Bayona en el palacio imperial llamado del Gobierno a 8 de mayo de 1808.
            Yo el Rey”.

Paredes Juan
Editor