martes, 17 de octubre de 2017

Caudillismo




BATALLA DE CASEROS. De Juan Manuel Blanes (1857). Derrota de Rosas y del estado de Buenos Aires.


Caudillismo americano

INTRODUCCIÓN

Caudillismo americano, tipología política y social que correspondió esencialmente al periodo histórico transcurrido desde el final de las guerras de Emancipación latinoamericanas —o de Independencia—, hacia 1826, hasta el afianzamiento de los estados nacionales, en la segunda mitad del siglo XIX.

SURGIMIENTO DEL CAUDILLISMO

La independencia había creado, de hecho, las nuevas nacionalidades hispanoamericanas, pero éstas tenían planteado un problema fundamental: definir su personalidad y trazar el itinerario de su futuro. A los años posteriores a la emancipación, siguió un prolongado periodo de conflictos que generalmente desembocaron en guerras civiles. Cada grupo, cada sector y cada región manifestaban no sólo sus tendencias, sino su capacidad para imponerlas a los demás. Así comenzó un avance hacia la anarquía, hacia algún tipo de organización fundada, a veces, en la fuerza hegemónica de uno de los grupos y, otras, en la actitud de transición que surgía tras largos enfrentamientos. Esa inestabilidad social prestaba un valor casi mágico a las constituciones. Pero lo que parecía el fin de un conflicto se convertía con frecuencia en el comienzo de otro.
Pero quienes redactaron las leyes constitucionales y se sentaron en las cámaras no fueron los únicos actores políticos. Algunos papeles políticos importantes los desempeñaron otros individuos —militares, caudillos regionales, comerciantes— que estaban menos preocupados por las ideas, las leyes y las doctrinas políticas que en proteger sus intereses, por lo que con frecuencia recurrieron a medidas violentas. Los intereses contaron más que las ideas y la realidad se mostró más pragmática que la teorización. El pueblo confiaba en los líderes individuales, en los hombres fuertes, y así surgieron los caudillos.
En la base del problema, hay que tener en cuenta una serie de factores que actuaron como fuerzas hostiles al desarrollo de los estados nacionales: la hacienda en el campo, como centro de poder y de vínculos; la existencia de unidades corporativas aisladas de la jurisdicción del Estado; las autonomías regionales y los caudillos, representantes de poderes regionales, pero que paradójicamente actuaban también como defensores de los intereses nacionales, en apoyo de la independencia contra la presión exterior, acrecentando la conciencia nacional.

EL CAUDILLO AMERICANO

El caudillo fue un tipo político y social nacido del entorno en que vivía, donde existía una gran diferencia entre los propietarios de tierras y los peones de las mismas. Fue el centro de un vasto grupo social basado en la tierra, sobre el que ejercía un papel de patronazgo. El caudillismo fue el fiel reflejo de una sociedad primaria que reunía pocas condiciones para la participación política. La hacienda rural dominaba la vida económica y los hacendados constituían una clase sin rival. Esta estructura política primitiva, basada en el poder individual, en la lealtad personal, en la autoridad del patrón y la dependencia del peón se convirtió en el modelo del caudillismo, reproduciéndose desde las estructuras locales a las nacionales. Nacidos al amparo de las guerras, en su consolidación la violencia tuvo un peso mayor que la ideología.
El pillaje fue una característica del sistema caudillista: un modo de hacer la guerra que benefició a ambas partes, directa o indirectamente, porque conseguía ejércitos y recursos para la guerra. El caudillo a menudo nacía sin convicciones políticas, y aunque no fue un militar profesional, a menudo actuó como tal. Respondieron a grupos de presión de diverso tipo y junto a los terratenientes arrebataron el poder a las elites urbanas, lo que añadía a la militarización una ruralización del poder. Los intereses de los hacendados solían ser de carácter regional, por lo que los caudillos los defendían frente al centralismo. Sin embargo, los espectaculares avances de algunos caudillos favorecieron el hecho de que pasaran de ser locales a transformarse en nacionales y federalistas hasta que se convirtieron en defensores del poder central.
Otra imagen surgida en este periodo fue la del caudillo benefactor. La clientela se vinculaba al caudillo en espera de recompensas. Se confiaba más en la promesa de un caudillo que en la de una institución. Una de las recompensas más apreciadas fue la tierra. Los caudillos no eran líderes populares, sino que manipulaban sectores populares encabezando una coalición de fuerzas de elite.

PRINCIPALES CAUDILLOS AMERICANOS

El argentino Juan Manuel de Rosas (1829-1852), el venezolano José Antonio Páez (1830-1863), el mexicano Antonio López de Santa Anna (1821-1855) o el guatemalteco Rafael Carrera (1837-1865) fueron los caudillos más relevantes de América Latina. Las características comunes a todos ellos fueron: gran poder regional, aliados de elite, toma del Estado utilizando sus propios ejércitos —los gauchos en el caso de Rosas, los llaneros en el de Páez o los indios en el de Carrera—, dictadura personal y supervivencia por la violencia. Durante el siglo XX latinoamericano, algunas dictaduras personalistas han mantenido rasgos de caudillismo: Juan Vicente Gómez, en Venezuela; Rafael Leónidas Trujillo, en la República Dominicana; o Anastasio Somoza Debayle, y, especialmente, su padre, Anastasio Somoza, en Nicaragua, repitieron algunas de las principales características del caudillismo americano. Incluso líderes carismáticos como el brasileño Getúlio Vargas o el argentino Juan Domingo Perón, con sus políticas populistas, respondían a cierta tipología caudillista.


Caudillos Federales Argentinos


Juan Manuel de Rosas 



Facundo Quiroga 




Francisco Ramírez 




Estanislao Lopez 



Ricardo López Jordán 




Angel Vicente Peñaloza, el "Chacho Peñaloza" 




Manuel Dorrego



                                                              Justo José de Urquiza 

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