Poesía gauchesca, estilo
poético asociado a la cultura del área rioplatense y a las formas de vida del
gaucho pampeano; esta importante expresión literaria nace, humildemente, muy a
comienzos del siglo XIX, ligado al contexto de las luchas por la emancipación y
el espíritu nacionalista que despertó. Hay que entenderla como una variante
popular a la vertiente culta, que predominaba en la vida literaria
hispanoamericana.
Los llamados “cielitos” (porque esta palabra se repetía
como estribillo) del uruguayo Bartolomé Hidalgo, considerado el iniciador, son
una forma todavía primitiva de poesía patriótica con acentos autóctonos y
comprometida con la causa independentista. Lo que es literariamente novedoso en
ella es el sabor criollo de su espíritu y lenguaje, que se fundan en una
reelaboración de tradiciones populares de fuente oral. Los cielitos son coplas
cuya forma métrica proviene del romancero español, pero que se adaptan a la
sensibilidad y lenguaje americanos. Sus primeras muestras aparecen en 1812 y las
últimas corresponden a 1821, pues acompañan los distintos episodios de la
campaña patriótica del prócer Artigas. En ellos aparece en germen una figura
capital de la literatura rioplatense: el gaucho, el legendario hombre a caballo,
errante y rebelde.
Tras estos comienzos, la poesía gauchesca se afirma y
populariza entre los lectores cultos, en la segunda mitad del siglo XIX, ahora
en el contexto del esfuerzo por organizar las naciones rioplatenses y del auge
romántico, que le sirvió de estímulo y del que es, en cierta manera, su más
original expresión. Los forjadores de la tradición gauchesca en este periodo son
los argentinos Hilario Ascasubi y Estanislao del Campo y el uruguayo Antonio
Lussich. El primero, todavía un poco rudo y repentinista, fue un testigo
satírico del acontecer político, que se refleja como trasfondo en su poema
narrativo Santos Vega o Los mellizos de la Flor. Del Campo es de una
sensibilidad más refinada y de sutil ironía, lo que se advierte en su famoso
Fausto, paródica versión de la ópera de Gounod que hace un gaucho a otro
tras su estreno en Buenos Aires.
Pero la gran figura de la gauchesca y sin duda la voz
poética más original de todo el período es la de José Hernández y su inmortal
Martín Fierro. Insuperable por su hondura, su gracia y su perfecta
identificación con la voz y el carácter del gaucho, este poema es una prueba de
la madurez de la literatura hispanoamericana en su afán de crear personajes y
asuntos inconfundiblemente propios.
Fuente del Texto: Enciclopedia Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993--2008 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
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